El Ayuntamiento planta 150 cepas en los huertos de Cova Solera a partir de esquejes de la viña de Cal Patilles
Rubí cuenta con un importante pasado vitivinícola, del que actualmente quedan tres viñas: la de Cal Patilles, la de Cal Muxí y la de Can Feliu
Con el objetivo de rendir homenaje a la memoria vitivinícola del municipio, el Ayuntamiento ha plantado 150 cepas en los huertos de Cova Solera a partir de esquejes de la viña de Cal Patilles. La plantación la llevaron a cabo los y las alumnas del curso de horticultura dirigido a jóvenes que se realizó en el equipamiento municipal el año pasado. Con esta iniciativa, el Consistorio pretende que la ciudadanía pueda conocer la evolución de la viña.
El cultivo de la vid ha tenido un peso importante en la ciudad desde hace muchos años, ya desde la época romana. Según relata la escritora rubinense Núria Julià Fosas en el libro La vinya a Rubí. Un passeig per la història, a lo largo del siglo XIX, el cultivo de la viña superó por primera vez al del cereal, ya que prácticamente el 70% de la superficie cultivada era de viña. Es una época donde los vinos locales comienzan a tener prestigio y a ser reconocidos en las exposiciones universales que tenían como finalidad dar a conocer los productos de la tierra.
La plaga de la filoxera, sin embargo, llegó a Rubí, dejando yermos la gran mayoría de viñedos. La constancia y el trabajo de muchos agricultores les hizo volver a replantar viñas nuevas y las cosechas fueron en aumento. Hasta tal punto, que algunas bodegas familiares se quedaron pequeños, por lo que se decidió construir el Celler Cooperatiu.
Según Julià Fosas, durante casi cinco décadas se fue produciendo vino de calidad. Pero los efectos provocados por la riada de 1962, la falta de relevo generacional de los agricultores y el auge de la construcción y de la industria marcaron el final de las viñas en el municipio. Así, Rubí pasó de ser un pueblo agrícola a una ciudad industrial donde actualmente quedan tres viñas: la de Cal Patilles y la de Cal Muxí, cuidadas por Josep Maria Carrera y situadas en Ximelis; y la viña de Can Feliu de la heredad de Can Xercavins, conocida popularmente como la viña del Oscar, cultivada por Adrià Polonio y Enric Xercavins.
"La historia de Rubí no se entiende sin la viña. El recuerdo de estas formas de explotación sostenible nos hace conscientes de la posibilidad de otras formas de relacionarnos con el medio ambiente", ha explicado el concejal de Medio Ambiente, Transición Ecológica y Bienestar Animal, Andrés Medrano Muñoz.
La viña de Cal Patilles
Esta viña tiene su origen en el año 1889. Trabajada por la familia Carrera-Esteve, con casa en la calle Pau Claris, su extensión es de 2,5 ha. De estas, dos están dedicadas a las cepas, entre las que hay algunas que son centenarias, como la "cepa de las tres ramas".
Se cultivan las siguientes variedades de uva: malvasía, xarelo, macabeo, picapoll, raset, sumoll, pasa y moscatel. En septiembre llevan la uva hacia la casa de la calle Pau Claris, donde elaboran el vino.
En 2004, la viña fue declarada elemento del Catálogo y Plan especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico, Arqueológico y Natural de Rubí, con el objetivo de dotar al Consistorio de un instrumento para la protección y rehabilitación de su patrimonio.