XXII Curso sobre cooperación y solidaridad internacional, Sebastià Colomer Torrella

Tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, una histeria colectiva se ha instalado entre los gobernantes de la OTAN y de la Unión Europea que, sin admitir responsabilidades en este conflicto, opinan, con escasísimas excepciones, que Vladimir Putin no tiene suficiente con haber atacado a Ucrania y que invadirá algún otro país europeo. Una argumentación que se ampara en que Putin tiene ambiciones territoriales fuera de sus fronteras y que no le importa desencadenar una guerra europea y mundial. Si, además, añadimos el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza, y el resto de conflictos armados que existen en el mundo, los gobiernos occidentales, en lugar de iniciar el camino de detener los conflictos mediante políticas de apaciguamiento y negociaciones de paz, se han lanzado a una carrera de rearme.

Para remediar estas supuestas amenazas, la principal medida tomada por los países de la OTAN y la UE ha sido alcanzar el 2% del PIB en gasto militar antes de 2029, lanzándose a un rápido rearme. La UE inmediatamente dispuso ayudas económicas para poder llevarlo a cabo, advirtiendo que se necesitaba realizar un esfuerzo de no menos de 100.000 millones de euros para financiarlo, dado que, según dicen, proporcionará “mayor seguridad, más paz y mayor libertad en Europa”. En realidad, una falacia. La historia demuestra que el aumento en armamentismo, en belicismo y militarismo es siempre el preludio de la guerra.

Por eso el aumento del gasto militar, el impulso de la industria militar para adquirir más armamentos y demostrar el poder militar es una política suicida que conduce inevitablemente a una escalada de tensión, a una carrera de armamentos y una espiral licista que puede desembocar en guerra, con la posibilidad de que sea nuclear. Aumentar el gasto y el poder militar no es ninguna garantía de mayor seguridad, sino al contrario, abren el camino a más inseguridad, porque otros países se verán impelidos a hacer lo mismo, abriendo el camino a nuevos conflictos y tal vez nuevas guerras. Con el añadido de que el gasto militar sustrae recursos para luchar contra el cambio climático, la reducción de las desigualdades, la equidad de género, la salud, la educación, los servicios sociales y la armonización de salarios.

Este XXII Curso Sebastià Colomer i Torrella está destinado a ayudar a entender esta situación geopolítica actual, poniendo el acento en la crítica del belicismo. Los conflictos pueden abordarse y resolverse a través de unas relaciones internacionales no basadas en el militarismo. Es necesario que el sentido común y la racionalidad se impongan en las políticas de los gobernantes de Europa y que se inicie la construcción de la seguridad y la paz por el camino de la distensión, la cooperación, el desarme, con el ánimo de construir una coexistencia pacífica, una seguridad compartida y común entre estados que detenga la economía de guerra para transformarla en economía de paz.