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Medieval y época moderna La primera referencia escrita a nuestra ciudad data del 986 y hace mención del Rivo Rubeo ─antiguo nombre de la riera─, del castillo de Sant Genís y de la iglesia. https://www.rubi.cat/@@site-logo/ajuntament-de-rubi.png

Medieval y época moderna

La primera referencia escrita a nuestra ciudad data del 986 y hace mención del Rivo Rubeo ─antiguo nombre de la riera─, del castillo de Sant Genís y de la iglesia.

En 1233 se construyó el nuevo Castillo de Rubí, donde ahora lo conocemos, y en el siglo XVI se empezó a perfilar el núcleo urbano de Rubí alrededor de la iglesia. Hasta el siglo XVIII, nuestra villa continuó siendo un pequeño núcleo con poca población y con una gran cantidad de masías. En 1824 apareció la primera fábrica y se inició la gran transformación que supondría la industrialización.

 

Molino de la Bastida


Fecha: Siglo XII

En época alto medieval, Rubí se encontraba en una zona fronteriza entre el mundo cristiano y el mundo árabe, donde eran frecuentes las incursiones armadas del ejército árabe. El emplazamiento altivo, los diversos caminos que pasaban y la proximidad del arroyo hicieron de la Bastida un emplazamiento estratégico de vigilancia y defensa.

El 1140, el obispo Arnau de Barcelona estableció al presbítero Guillermo en el Molino (entonces llamado de Viula) a cambio que construyera una torre donde refugiarse gente y defenderse de los sarracenos. Poco más tarde, el molino pasó a manos de la familia Bastida.

 

Aplec dels Xatos


La agrupación de los Xatos era una de las más populares y características de la Barcelona ochocentista, fundada en la primera mitad del siglo XIX por artesanos del Raval de Barcelona. Los derechos para formar parte de padres a hijos y había que tener entre 18 y 40 años y haber mostrado buena conducta. La cuota era de 1,25 pesetas a la entrada y una peseta quincenal. En su barrio, los Xatos veneraban Sant Muç en la capilla de la iglesia del Hospital de la Santa Creu y en la del Ángel, pero para las fiestas de Pascua Granada iban en romería hasta Rubí para encontrar la ermita que custodia la capilla de su patrón.

Saliendo del Raval, vestidos de uniforme, con la manta al hombro, una toalla, cubiertos de madera, un plato y un vaso de lata, desfilaban a pie recorriendo el mayor número posible de calles y saludaban las autoridades, mientras "una especie de banda de música militar tocaba motivos populares, patrióticos y valses. La bandera del Santo cerraba la comitiva, a caballo del abanderado y los dos acompañantes" (Diario de Barcelona, ​​1855).

Al parecer, el nombre de "xatos" fue el resultado del sentido del humor de los barceloneses de la época, que les hacía gracia el orden de una comitiva que parodiaba la guerra marchando con aire marcial pero cambiando los fusiles por grandes cucharas, y lanzas por tenedores, cacerolas y otros utensilios. Después de todo, una de las motivaciones de la romería era clara: una buena comida de camaradería lejos de los problemas cotidianos.

"En nuestra pandilla,/de mujeres, no queremos,/que llevan criaturas/que dan gordo tormento;/las criaturas lloran,/y esto es un desconsuelo;/llevamos sombrero de paja/para que no nos dé el sol./llevamos adelante/sacamos adelante,/trueno, a partir, partir, partir./en siendo en Rubí,/en la Plaza Mayor,/allí arma un baile/que será un baile redondo,/allí no queremos modos,/todo el mundo que baile a su gusto;/venimos de la montaña/de visitar Sant Mus./tiramos adelante,/sacamos adelante,/tro, a partir, partir, partir."

Cuando llegaban a la fuente del Roure, en Vallcarca, se les unían los vecinos de las poblaciones de Gràcia, Sants, Horta, Sarrià y Sant Gervasi. Se llegaban a reunir, según la prensa de la época, hasta 1.000 personas. Venían a través de Collserola, pasando por el camino de los Sacramentos hasta Rubí, y la población salía a recibirlos y los acompañaba hasta Sant Muç. Llegados a la ermita, pero, el oficio religioso se celebraba con toda seriedad y solemnidad y la bandera presidía los cantos de los gozos del santo.

Después de un buen arroz de hermandad, todo el mundo se iba hacia el centro de la ciudad para hacer un baile. Ponían la bandera en el balcón del alcalde de la villa y pasaban la noche alojados en las casas de familias rubinenses. A la mañana retornaban a pie por el mismo camino. En la fuente del Roure les esperaban la familia y amigos.

El último "xato" que se recuerda fue Pau de la Barba, que siguió la tradición de llevar la bandera desde Barcelona a la capilla del santo hasta los últimos años de su vida ─murió en junio de 1922. Su familia hizo la donación de la bandera al doctor Guardiet y actualmente está expuesta en el Museo Municipal Castell (MMUC), junto con el cuadro exvoto que llevaron los grupos de Xatos con motivo de la peste.

Los cambios de costumbres y los nuevos tiempos fueron desdibujando la fiesta de los Xatos. El antiguo acopio fue perdiendo fuerza y ​​solemnidad, hasta desaparecer y mantener sólo un encuentro simbólico. En 1986, con motivo de la celebración del milenario de la ciudad, se planteó la recuperación de la fiesta a partir del acopio. Con la colaboración y el patrocinio del Ayuntamiento, se inició una campaña para instaurar de nuevo la fiesta de los xatos.

Actualmente, es una de las dos fiestas locales de la ciudad y está organizada por el Esbart Dansaire de Rubí, con la colaboración del Ayuntamiento y las entidades rubinenses Foment de la Sardana, Cor Unió Rubinenca, Colla de Geganters de Rubí, Parròquia de Sant Pere, Associació Recreativa i Cultural la Rubinenca y la Unión Extremeña de Rubí.

 

Ermita de Sant Muç


El dato más antiguo de Sant Muç en la Península Ibérica consiste en una inscripción visigoda del siglo V aparecida en Carmona (Sevilla), que indica que el 13 de mayo es la fiesta de Sant Muç de Constantinopla mártir. En el siglo X se encontró el nombre en Cataluña y en el siglo XI se veneraba a Cànoves. A principios del siglo XIV ya era venerado como santo en Rubí y su ermita fue una de las más populares de los alrededores de Barcelona. De la devoción que infundió lo atestiguan los numerosos exvotos que se han conservado hasta ahora.

El edificio actual es del 1759, según la inscripción que hay encima de la puerta, pero la ermita está documentada desde el año 1307. El edificio es de una sola nave, en la entrada de la cual hay un gran atrio construido con posterioridad. En el interior de la nave se conservan unas pinturas populares del siglo XVIII con escenas de la vida del santo. Hacia el 1980 se encontró en el subsuelo de la morada de los exvotos una piedra litográfica para imprimir estampas del altar de Sant Muç, que se conserva en el Museo Municipal Castell (MMUC) de Rubí.

Junto a la ermita está la granja, edificada a mediados del siglo XIX para la guarda de la capilla y, además, tener cuidado de las tierras y los huertos, custodiar la llave y vender estampas, velas y recuerdos de Sant Muç. Con el tiempo, esta casa se ha ido convirtiendo en una fonda para satisfacer las necesidades de los visitantes y facilitarles leña, mesas y bebida. Junto a la ermita de Sant Muç está la fuente del mismo nombre, que no mana porque el aguacero de 1962 se derrumbó la mina. El agua que brotaba llenaba la balsa para regar los huertos.

 

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Retablo barroco de la iglesia de San Pedro


Fecha: Finales de siglo XVI - principios del XVII.

Ubicación: Capilla del Santísimo de la iglesia de San Pedro

Función actual: Religiosa/histórica/artística

Un documento de 1599 sirve para datar este retablo a finales del siglo XVI. Este escrito consiste en el contrato que se hizo a los artistas del taller Rubió, que tenían que elaborar el retablo para la iglesia de San Pedro, aunque hasta el 1607 la obra no se terminó. En 1623, el padre Joan Bassi terminó los últimos retoques en cuanto a la policromía.

El retablo, que estaba situado en el ábside de la cabecera, fue desmontado en 1882 cuando se amplió esta parte del edificio. Las tablas se guardaron en el desván de la rectoría hasta el año 1924, cuando fueron cedidas a la Fundació Museu Biblioteca de Rubí por el Dr. Josep Guardiet i Pujol.

Desde el año 1992, después de haber sido restauradas, se encuentran emplazadas a la capilla del Santísimo de la iglesia de San Pedro.

 

Grafito del Castillo


Fecha: Siglo XV

Ubicación: Calle del Castillo, s/n. Piso noble

Función actual: Expositiva/simbólica

La existencia de grafitos en los muros de los grandes edificios civiles y religiosos son frecuentes en Cataluña, tanto medievales como de otras épocas, y el grafito de temática naval y de época medieval que se conserva en el espacio que había sido la sala principal es uno de los elementos fundamentales del Castillo de Rubí.

Aunque el estado de conservación no es muy bueno, es bastante interesante, no sólo desde el punto de vista estético, sino porque es un reflejo natural y espontáneo de la época, sin subjetividades, una de las muestras más claras de arte popular.

Los grafitos de temática naval suelen encontrarse en edificios cercanos al mar, por lo que la temática se atribuye a la tradición militar y marinera de la familia Torrelles, que era la propietaria del Castillo en el momento en que se realizaron los grafitos.

 

Iglesia de San Pedro de Rubí


Fecha: Siglos X, XI, XII, XIII, XV y XIX

Ubicación: Plaza de Doctor Guardiet, núm. 4 y 5

Función actual: Religiosa

La iglesia aparece documentada por primera vez en 986, aunque a partir de indicios surgidos de las excavaciones de la plaza de Doctor Guardiet, se cree que se construyó encima de un pequeño templo paleocristiano o visigótico.

La iglesia románica de San Pedro es una de las grandes muestras de arte medieval en Rubí, aunque se ven reflejadas las diferentes etapas constructivas que ha vivido entre los siglos XI y XIX.

Durante la Guerra Civil se quemó la iglesia y muchos objetos de valor fueron destruidos. Una vez finalizada la guerra, se restauró el altar y de esta época es el retablo barroco que hay en el altar mayor, esculpido por Rafael Solanic, escultor barcelonés discípulo de Esteve Monegal.

 

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El Castillo de Rubí


Fecha: Ca.1233

Ubicación: Calle del Castillo, s/n

Función actual: Museo

El Castillo se encuentra en la parte de poniente de Rubí, sobre una colina que domina la población. Orientado de norte a sur, con la antigua puerta en la pared sur, ha sufrido diferentes modificaciones y transformaciones a lo largo de los años.

El edificio tiene planta con forma de ele, cosa no muy habitual en la época para una fortaleza señorial, en la que el patio de armas quedaba en medio de los edificios. En la sala de la planta noble hay dos ventanas góticas fechadas en el siglo XV y un peculiar grafito de la misma época que representa un barco.

Actualmente, en el Castillo se ubica el Museo Municipal Castell (MMUC), que acoge la exposición permanente Rubí, l'evolució d'un poble, que nos acerca a la historia de nuestra ciudad desde el presente más inmediato hasta la prehistoria.

 

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Era de ca n'Oriol


Fecha: Siglos XVI a XVIII

Ubicación: Parque de Ca n'Oriol

Función actual: Residencial y parque público

De la antigua masía se conserva en el interior la sala central de los dos pisos con la escalera, una sala lateral con un pequeño lavabo y la antigua bodega en la parte posterior, construido con una vuelta, y del que se pueden ver los bujes de las tinas. En la fachada frontal se conservan los dinteles de las ventanas con la ornamentación gótica original de algunas de ellas, así como la portada de entrada al edificio. Se conservan también los poyos de las ventanas. Por información oral se sabe de la existencia de una mina que va desde el bosque adyacente y que parece que llega en parte hacia la zona de los lagares.

La masía de Ca n'Oriol era conocida antiguamente por Cases Besses, así aparece en un documento del año 1611, en el que consta que Ramon de Vallvidrera y su mujer, Dulce, hicieron la donación al monasterio de Sant Cugat de la mitad de la masía de Cases Besses, que poseían por alodio y heredado de sus antepasados a la parroquia de San Pedro de Rubí. Este nombre perduró hasta el siglo XIV, cuando surgieron los Oriol de las masías Pujol y Cors y las correspondientes tierras anexionadas a la masía de Ca n'Oriol. El prestigio de la familia Oriol viene de sus miembros Joan y Jaume Oriol, que ejercieron de alcaldes feudales del señor del Castillo y del abad de Sant Cugat entre el 1361 y el 1370.

En 1492 Joan Oriol tenía una concordia con la familia Llorens, de la parroquia de Sant Iscle de les Feixes, por asesinar con la ballesta, junto con otros, el agricultor Miguel Llorens y su mujer.

El 1606 fue robada mucha ropa de la masía y se acusó un inmigrante francés, que fue detenido, declarado culpable y condenado a azotes y cinco años a galeras.

Varios miembros de la familia ocuparon el cargo de alcalde real en Rubí también durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Miquel Oriol murió 1629 siendo alcalde cuando, cumpliendo órdenes del lugarteniente general del Principal de Cataluña, convocó el somatén para la captura de varios individuos. Cuando salieron a la batida, cayeron en una emboscada.

 

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En 1694 se remodeló la fachada con el aspecto que hoy presenta, según la fecha conservada en una baldosa. La finca estaba partida entre los términos de Sant Cugat y Rubí, aunque finalmente pasó a este último municipio.

La casa fue decomisada por las milicias antifascistas en 1936.

En 1949 se extinguió una de las sagas más importantes de las casas solariegas rubinenses, al morir sin descendencia la última propietaria. Sus propiedades fueron repartidas: la masía, con el bosque y las tierras de los alrededores, se dieron a la obra benéfica de la Visitación de Nuestra Señora, que lleva el nombre de Casal Sant Josep Oriol y hasta enero de 1997 , acogía niños necesitados. Se hicieron mejoras de acondicionamiento y contaba con dos aulas escolares, una capilla y una piscina.

La era pertenece a la masía de Ca n'Oriol. En 1775 se unió un nuevo linaje a la familia a raíz de la boda de la heredera con un Viver, de la masía de Can Viver de la Torre Bonica de Terrassa. El hijo del heredero, Pau Viver i Oriol, hizo construir en 1848 una grandiosa era para atender la importante recolección de cereales que producían sus tierras.

Se trataba de una era con una capacidad de cuatro batidas al mismo tiempo, muy bien embaldosada y con cinco losas que presentan sendas leyendas en latín, una en cada ángulo y la otra en medio, con la fecha de su inauguración y el nombre del propietario. Hoy todavía se conservan.

En 1948 se celebró el centenario de la era, motivo por el cual las propietarias  organizaron y presidieron los actos conmemorativos y populares, a los que acudió toda la población rubinense.

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