"Este recuerdo horroroso lo llevo dentro todavía hoy, mi contribución ahora me llena de orgullo"
Soy hijo de padres leridanos, ambos nacidos en Llimiana (Pallars Jussà), pero en 1948 nos trasladamos a vivir a Rubí, en la c. Basses. Tengo recuerdos agradables de mi infancia y adolescencia en Rubí. Nos divertíamos con lo que podíamos. Recuerdo las veces que íbamos a jugar al puente colgado del Vapor Nou, para columpiarnos con su pasarela de un lado para otro. Y, ¡es que no había mucho más!
En 1962 yo estaba cumpliendo el servicio militar -"la mili"- pero tenía permiso para poder pernoctar fuera del cuartel. Estaba durmiendo en mi casa la noche de los hechos. Claro que llovía. Y mucho. Pero al vivir en una parte alta de la población, nadie de esa zona fuimos conscientes de la desgracia de nuestros vecinos de la parte baja. Recuerdo que en casa nos sobresaltamos porque me vinieron a buscar del Ayuntamiento a esas horas de la noche. Todos juntos quedamos sobrecogidos por sus noticias.
Necesitaban que les ayudara a abrir el camino hacia el Cementerio con mi tractor, porque todo, absolutamente todo, había sido arrasado por el agua. Trabajábamos sin apenas descanso. Muchísimas horas. Los medios en Rubí eran escasos. Había otro tractor, el del Llençà, pero era pequeño. Tampoco había motosierras ni herramientas potentes como las de ahora. Todo esto lo suministró el Ejército.
Mis recuerdos son de oscuridad y confusión. Todo estaba destrozado: personas y cosas que te las ibas encontrando por todas partes. Con un foco del Ejército y con la ayuda de otros dos hombres -unos brigadas- empezamos una tarea durísima y a menudo desalentadora.
Yo era muy joven y me impresionaba mucho con la visión de la muerte. Pero pensaba que tenía que hacerlo, porque era mi deber. A pesar de que, este recuerdo horroroso lo llevo dentro todavía hoy, mi contribución ahora me llena de orgullo. Los días posteriores también ayudé con mi tractor cruzando material por la riera, que era difícil de cruzar porque bajaba caudal de agua y se hundían las ruedas del tractor. Aparte del Ejército, recuerdo que había gente anónima de todas partes que colaboraban. También recuerdo a los dos policías locales, Barceló y Ballera. Cruz Roja también trabajaba sin descanso. Repartía bocadillos, bebidas calientes y, también, muchos refrescos, porque el agua no podía beberse. Tras eso, nada ha sido igual en Rubí.